GINA.
— Son dos brujas.
Miro asombrada mi reflejo en el espejo, mientras Ariana y Jenny me miran felices de sus resultados, y no está de más decir que me siento en un cuento de hada al ver mi aspecto, parezco una princesa que vive llena de grandes lujos, y canta con los animales.
Mi cabello se encuentra en un moño alto, dejando salir algunas hebras que caen onduladas, dándole a mi rostro un aspecto angelical y más aún acompañado de un maquillaje realizado por Jenny, que hace resaltar mis ojos como si me hubiera colocado lentes de contacto verdes.
— Deberíamos montar un salón de belleza —comenta Jenny, observándome de arriba abajo.
— Es cierto, hay que emprender —concuerda Ariana, colocándose a mi costado y extendiéndome unos aretes dorados que resaltan en mi vestido color champán, el cual deja al descubierto mis hombros y espalda, cayendo en una suave cascada que al caminar muestra mis piernas con hermosos tacones a juego con las bisuterías.
— Bueno, tu pago será construirnos nuestro