CAPÍTULO TRECE: UNA OFERTA INACEPTABLE.
Matthew Vaughn.
El motor del coche rugía mientras me acercaba a la mansión. No recuerdo nada del trayecto; mi mente era una niebla de furia, una tormenta que me quemaba desde adentro.
Las palabras de mi padre se repetían una y otra vez en mi cabeza: “Lo perdí todo… la única solución es el matrimonio”. La mentira era tan grande que casi se sentía real, tan convincente que, por un momento, me sentí el hijo que debía obedecer. Pero la rabia no me dejaba ser nada más que yo mismo, el hombre que ha mantenido a flote esta empresa por cinco años con su propio sudor y sangre.
Bajé del coche y entré a la casa, que permanecía en la penumbra del silencio. Subí las escaleras de dos en dos, dirigiéndome directamente a mi habitación, el único lugar donde podía estar solo con mi ira. Las paredes de mi habitación se sentían como una jaula; necesitaba algo que me hiciera regresar a la realidad. Me quité la ropa y entré en el baño. Abrí la llave del agua fría