Mundo ficciónIniciar sesiónCAPÍTULO NUEVE: LA ESPERANZA.
Alice Collins. El reloj en mi mesita de noche marcó las nueve en punto, la hora en que el silencio oficial de la mansión se apoderaba de cada rincón. Pero en mi habitación, la paz era la de un campo de batalla recién abandonado. Los juguetes de los gemelos estaban esparcidos por la alfombra persa, y las risas de Aiden y Matt aún resonaban entre las paredes de caoba. No podía soportar la idea de cenar con mis padres después de la confrontación de la tarde. La tensión era tan pesada que podía cortarse con un cuchillo. Así que pedí que la cena de los niños fuera servida en mi habitación. Me reconfortaba tenerlos cerca, en mi propio refugio, lejos de las miradas frías y las palabras venenosas. Avy y una de las empleadas de la mansión, una mujer amable y silenciosa, ayudaron a los niños con su baño. El sonido del agua salpicando y sus voces infantiles, llenas de alegría, llenaban el gran baño de mármol. Mientras se secaban, Matt y Aiden se pusieron sus pijamas de dinosaurios. Su cena, puré de patatas y pollo en trozos pequeños, ya esperaba en una mesa baja, y ellos devoraron cada bocado con entusiasmo. Una vez que las empleadas se marcharon, me senté con ellos en el suelo. Me acurruqué entre sus pequeños cuerpos, oliendo el aroma a jabón y a la infancia que los rodeaba. — Mami, ¿por qué no cenaste con los abuelos? —preguntó Aiden, con la boca manchada de puré. — Porque quería pasar más tiempo con ustedes —respondí, dándole un beso en la frente. Era la verdad, o al menos, una parte. Mi verdad. — ¡Aiden y yo hicimos un dibujo para ti! —exclamó Matt, sosteniendo un papel con garabatos de colores. Era la imagen de una familia, dos pequeños círculos, un círculo grande y un corazón gigante en el centro. Me conmovió hasta las lágrimas, y los abracé con todas mis fuerzas, sintiendo cómo sus pequeños corazones latían al unísono con el mío. — Es hermoso. Es el mejor dibujo que he visto en toda mi vida. — Mamá, ¿puedes contarnos nuestra historia favorita? —preguntó Aiden, con sus ojos color miel brillando con anticipación. Sabía a cuál se refería. Era un cuento que me había inventado para ellos, una historia que me ayudaba a mantener la esperanza de que, incluso en las batallas más duras, siempre hay un final feliz. — Claro, mis amores. La del Dragón y la Reina. Acomodé mi posición y bajé mi voz a un susurro, como si fuera un secreto mágico solo para nosotros. Mis hijos están atentos y cómodos sobre la cama esperando por mí. — Había una vez, en una tierra muy lejana, un reino hermoso. Pero un dragón malvado, con escamas de obsidiana y un rugido que hacía temblar la tierra, se apoderó de su castillo y robó todas sus esperanzas. — Mami — interrumpe Matt — el dlagon está lejos muy lejos de nosotlos ? — pregunto — No seas tonto — contesto Aiden —El dlagon sed encuentra en bo... bosque. — Aiden mi amor tu hermano no es ningún tonto — le hable con ternura. —¿Quiere oir el cuento? — Si — gritaron al unisono. —Nadie podía vencer al dragón porque era muy poderoso. Pero la Reina, una mujer valiente y fuerte que no temía nada, decidió que iba a enfrentarse a él. Lejos de ir a luchar, ella lo buscó para hablar. Ella le mostró que no quería su poder, sino su compasión. Y el dragón, al ver su valentía y su corazón, no tuvo otra opción que ceder. Él entendió que no necesitaba el poder. El dragón se convirtió en el guardián de la reina y de su reino. Y así, la reina se convirtió en la soberana de un mundo más grande que ella, y el dragón, en su protector. Los ojos de mis hijos se cerraron lentamente. El cuento de hadas había cumplido su función. Besé sus frentes, y una lágrima silenciosa rodó por mi mejilla. Me quedé un rato más con ellos, admirando la pureza de sus rostros, tan ajenos a las batallas de su madre, de su dragón y su reina. ***** El reloj marcaba las siete de la mañana. Me levanté en un segundo. La noche anterior, la calma de mis hijos me había dado la fortaleza necesaria. Me dirigí a la ducha y me preparé para la gran reunión. No estaba nerviosa; estaba decidida. Mis padres me habían puesto en este tablero, y ahora iba a jugar mi propia partida. Elegí un pantalón de vestir de color azul marino, una blusa de seda a juego y un blazer perfectamente entallado. Nada de vestidos o faldas. Quería proyectar fuerza y seguridad. — Hoy me convierto en accionista de la empresa —le anuncié a mi reflejo. Cuando salí de mi habitación, ya me esperaba la niñera. La dejé con los niños, y salí de la casa. El chófer me esperaba en el auto. — A la compañía, James por favor —le dije, mi voz sonaba tan firme como mi decisión. Asintió. En el auto, mi mente se aclaró. Estaba lista para este desafío. Los Collins habían trabajado por generaciones para construir este imperio. Yo, la única heredera, no iba a permitir que mi vida, ni la de mis hijos, fuera un simple peón en su juego. Con la tarjeta de presentación de Matthew en mi mano, pensé en la noche del viernes en la cena y tal vez sea mi compromiso con él. «Y hasta ahora caigo en cuenta que él no me reconoció en el aeropuerto». La tarjeta la devuelvo a su lugar y mientras el coche transita por las calle sigo pensando en Matthew Vaughn y son muchos interrogantes sin respuestas. Hola. feliz inicio de semana. aquí nueva Historia espero que le guste tanto como a mí. le recomiendo seguirme en mi perfil o me red de face.... también recomiendo dos Historias. gracias por la oportunidad y espero leerlas en comentario.






