El juego de la sinceridad.
CAPÍTULO VEINTISÉIS:EL JUEGO DE LA SINCERIDAD.
Damon Collins.
Una llamada interrumpió la concentración que tenía en los documentos que reposaban sobre la mesa de mi escritorio.
—Vaughn —respondí con voz neutra—. ¿Algún evento inesperado con nuestro plan? —indagué.
—Collins... ¿Buenas noches? —saludó cortésmente con un tono relajado, tono que no tenía cuando me pidió ayuda—. No, no —se apresuró a decir—. Al contrario. Todo marcha muy bien con nuestros hijos —agregó.
—Excelente noticia —manifesté con un tono más relajado, aunque ya eso lo sabía—. ¿Y a qué se debe tu llamada? —Fui directo.
Esperé pacientemente la razón de su llamada.
—Solamente llamé para saludar y agradecer enormemente el favor tan inmenso que me has hecho. —Hubo un silencio por un segundo de su parte.
—Además, además —continuó—, no sé qué te llevó a relacionar a nuestros hijos en proponer la fusión de la empresa, pero ya que están juntos, hacen una hermosa pareja, ¿no lo crees, Damon?
—Absolutamente, Christoph