CAPÍTULO VEINTICINCO: EL PESO DEL ANILLO.
Matthew Vaughn.
La resaca emocional del beso en público era peor que cualquier acuerdo corporativo. Alice y yo habíamos actuado para el mundo, pero la urgencia que compartimos bajo la luz de los flashes había sido terriblemente real.
—No hay vuelta atrás, Alice —le informé ya alejado del lente de las cámaras. Me refería a todo; la información de nuestro compromiso ya estaba esparcida por el mundo empresarial.
—Lo sé —respondió, y luego se acomodó en su puesto detrás de su escritorio. La observé. Ella entrelazó sus dedos y los reposó sobre la superficie, dirigiendo su mirada hacia mí.
—¿Te invito a cenar esta noche? —dije, formulando la pregunta con una voz neutra que dejaba claro que no era un juego. Mientras esperaba su respuesta, me acomodé en el asiento, apoyándome en el espaldar de la silla y cruzando las piernas en una posición relajada.
Sus ojos marrones claro me miraban detalladamente, y quise adivinar qué maquinaba esa cabeza tan bien