CAPÍTULO VEINTICUATRO: EL BESO FRENTE AL MUNDO.
Alice Collins.
Mi mano se apretó alrededor de la suya. La corriente eléctrica que nos unía no era el comienzo de algo, sino el final de mi paz. El sarcasmo que lancé con la palabra "prometido" fue mi única defensa antes de la embestida.
Matthew sonrió, un gesto falso para las cámaras, pero sus ojos azules brillaron con una advertencia: Esto no ha terminado.
Caminamos hacia el torbellino de la prensa. Los flashes de las cámaras explotaban, cegándome. Las voces de los periodistas se alzaron en un coro cacofónico de preguntas: "¿Es cierto el compromiso?", "¿Habrá fusión de empresas?", "¿Hay planes de boda?". Era el infierno. Y yo, la novia, debía sonreír.
Me aferré al brazo de Matthew. Su traje impecable era un ancla en la tormenta, su presencia, abrumadora. Sentía el calor de su cuerpo a mi lado, la dureza de su bíceps contra mi palma. Cada fibra de mi ser gritaba para huir, pero cada músculo se obligaba a permanecer. Por ellos. Por los m