Construir un palacio.
CAPÍTULO SESENTA Y OCHO: CONSTRUIR UN PALACIO.
Matthew.
La luz de la mañana se filtraba suavemente por las cortinas de nuestra habitación, bañando el espacio con un resplandor dorado.
Fui el primero en despertar, sintiendo el peso de Alice a mi lado y, por debajo de mi brazo, la enorme y firme extensión de su vientre. El susto de la madrugada, cuando el dolor de Alice nos había obligado a salir disparados hacia la clínica, había dejado una marca de agotamiento en ambos.
Me quedé inmóvil. La miré. Ella dormía profundamente, su rostro sereno, la expresión de miedo de la noche anterior borrada por el descanso. La contemplé con amor, devoción y una profunda admiración. Ella era mi ancla, mi fuerza y la madre de mis cinco hijos. La idea de que algo le sucediera o que pasara por estrés me resultaba insoportable. El médico había sido claro: más reposo, menos esfuerzos.
Con sumo cuidado, deslicé mi brazo y me incorporé ligeramente. La miré y apenas se movió. Tomé mi laptop de la mesita de noc