CAPÍTULO TREINTA: CONEXION EN ÉXTASIS.
Matthew.
La luz tenue de la habitación estaba encendida y pude ver con claridad cómo Alice se estremecía sobre el colchón. Se encontraba tendida en la cama con los brazos abiertos y las manos en puños, arrugando la sábana mientras gemía. Su rendición era total, y eso alimentaba mi deseo.
Lameaba su sexo, pasando la lengua arriba y abajo, una y otra vez, para luego centrarme en un punto fijo: su clítoris. Con la punta de la lengua lo estimulé y, abruptamente, cambié a chuparlo con devoción y dedicación. Las manos de Ali se deslizaron de mi cabello, presionando mi cabeza con urgencia hacia su centro.
—¡Por Dios, Matt! —exclamó entre jadeos—. ¡Me encanta! —admitió sin pudor.
Su confesión hizo que una sonrisa de placer se dibujara en mi rostro, confirmándome que estaba haciendo un buen trabajo.
Succioné aún más, con tanta intensidad que Alice movió sus caderas contra mi boca. Introduje un dedo y lo deslicé suavemente, aprovechando la humedad producto