4-¿Qué es lo que quiere de mí?

Los autos se detuvieron en el estacionamiento de un lujoso edificio.

Dominik al bajar le indicó a Marcus que llevara a la chica al piso tres, habitación dos, y este últimos sigue sus órdenes de inmediato.

Entraron al lugar y se dirigieron hacia el ascensor, hasta detenerse en el tercer piso.

Salieron y mientras iban caminando, la joven miraba hacia todas partes. Cada cosa a su alrededor era lujosa, y había tantos adornos como si de un museo se tratase, además todo estaba tan meticulosamente limpio, que podías ver tu reflejo en cada superficie.

—Esta será tu habitación—Le indica el hombre abriendo una puerta—Quédate aquí hasta que el jefe te lo indique, ahí encontrarás ropa y productos de aseo personal. Cuando llegue la hora de la comida, te la traerán hasta aquí. ¿Comprendes todo lo que acabo de decir?—Ella se limita a asentir con la cabeza—Aquí solo hay tres reglas que debes saber: una, no le colmes la paciencia al jefe, es poco tolerante. Dos, no intentes escapar o habrá consecuencias y tres, y lo más importante, nunca vayas al piso 5.

Una vez terminó de hablar, la empujó por el brazo y cerró la puerta dejándola adentro.

"Esas no eran reglas, fueron advertencias"-Pensó la joven, y vaya que tenía razón.

Dio unos cuantos pasos dentro de la habitación, y al ver la enorme cama, sintió unas inmensas ganas de tomar una siesta, hace semanas que no duerme más de un par de horas por día.

Sin embargo, se contuvo y fue primero a un espejo que se encontraba en la pared para ver su reflejo, y tal y como lo imaginó, no se reconocía.

Ese cabello desaliñado, esas enormes ojeras bajo sus ojos, y ese aspecto tan delgado no eran comunes en ella. Lo que más miedo le daba era ver cómo estaría su piel bajo ese feo vestido, los hematomas que aún no terminan de borrarse, y las heridas que han dejado cicatrices, aunque la cicatriz que más le duele no puede verse porque es la que se encuentra grabada en su corazón.

Se alejó del espejo sintiendo una mezcla de rabia y desconsuelo en su pecho.

Ya no quería seguir pensando en nada, ahora su vida es otra, deberá hacer un esfuerzo por olvidar el pasado, y acostumbrarse a los nuevos cambios, sean para bien o para mal...

Miro hacia un lado de la cama y vio una alfombra enorme en el piso, caminó hasta ella y se acostó ahí, pues era tan cómoda como se veía. Puso su mente en blanco y cerró los párpados para dejarse abrazar por un profundo sueño...

***

Algo empezó a mover su pierna y la hizo abrir los ojos de repente, era Dominik que se encontraba de pie junto a ella.

—Con una cama tan cómoda y tú te duermes ahí—La mira con el ceño fruncido.

Nastacy se levantó de inmediato, y se quedó a unos metros de él, con la mirada gacha.

—Ahí está la ducha—Señala su izquierda y ella mira en esa dirección—Ve a darte un baño, yo te espero aquí—Ella lo observa algo sorprendida, y él, tuerce los labios—No tengo todo el día, apresúrate, y mejor deshazte de eso—Apunta su vestido con un dedo.

Asiente algo temerosa, y entra al baño a paso apresurado.

Al tomar la ducha se lava el cabello, se talla bien todo el cuerpo a pesar que hay lugares que le dejan esa sensación de dolor, y al terminar, sale envuelta en un albornoz.

—Me hiciste esperar demasiado—Dice Dominik al verla. Ella no esperaba encontrárselo ahí.

Se encuentra sentado en el borde de la cama, con las manos apoyadas hacia atrás, una pose que lo hace ver imponente.

—Ya que decidí quedarme contigo—Le informa, y ella lo mira de reojo, con algo de timidez—Tienes que saber tres cosas, lo primero es que mi paciencia es igual a cero, no saques mi lado malo, aunque no creo tener un lado bueno—Se muestra pensativo y luego continua—Segundo, no intentes escapar, no me des razones para reprenderte, y tercero, y escúchame bien porque es lo más importante, bajo ninguna circunstancia subas al piso 5.

La chica no hace mención alguna de que ya el guardaespaldas le había dado las mismas advertencias, simplemente se limitó a asentir con la cabeza, como si fuese la primera vez que escuchara esas palabras.

—¡Bueno!—Dominik se levanta—Me largo, tu silencio es irritante—Empieza a caminar y cuando pasa por su costado se detiene para agregar—Una cosa más—La señala directo en el pecho—Yo perdí mucho dinero por tu culpa, y en ésta vida nada es gratis, pero sé que no tienes ni un centavo, así que tendrás que pagarme de otra forma, y le sumaré intereses...

Hablo lento, bajo y con nitidez, estaba siendo muy claro con lo que quería, y ella, se sintió algo mal al escucharlo, le tembló el estómago y por poco lo hace también su mandíbula, aunque por fortuna se controló.

Era obvio que ese momento llegaría, así que para no alargar demasiado las cosas, Nastacy cerró los ojos y empezó a desabrochar su albornoz, y a pesar de mantener sus párpados apretados, las mejillas se le humedecieron con lágrimas.

—¿Qué demonios crees que haces?—La detiene, sosteniéndole con fuerza las manos—Yo no dije que te cobraría de está forma, ¿Por quién me tomas?—La chica abrió los ojos y lo miró impresionada—¿Sabes cuántas mujeres quieren acostarse a diario conmigo?, ¿Por qué tendría que hacerlo con una que claramente no lo desea?, yo no te obligaré a nada, no te creas tan importante.

Mantiene el ceño fruncido y al salir murmura "Que es una fiera, sí como no, me siento estafado", cerró la puerta y la dejó ahí, inmóvil en el medio de la habitación.

La acaba de rechazar, y ella a pesar de sentirse feliz por no tener que acostarse con él, en el fondo también se siente algo ofendida por sus palabras.

Además, le dejó una incógnita que la pondría a pensar.

—¿Qué es lo que quiere éste hombre de mí?

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