Apenas y los rayos del sol comenzaron a iluminar el inmenso mar que rodean Las Maldivas, Axel me despertó, informándome que partiríamos en una hora.
— ¿Nos vamos?, ¿quiénes? — quise saber.
No hizo falta que hablara, lo entendí cuando me señaló a mí, luego él y por último hacia la estancia donde Dante se encontraba.
— ¡Es demasiado! — me quejé mientras me dirigía hacia la puerta de la habitación.
Estaba dispuesta a encarar a Dante y a hacerle saber que su comportamiento era excesivo, no tenía ningún derecho de retenerme junto a él a la fuerza y ningún sentido tampoco.
Axel me detuvo antes de que pudiera dar un paso más allá de la puerta de la habitación. —Es mejor que no lo hagas, no cederá… — advirtió — te prometo q