Los señores Villalba llegan a Rusia.
El Jeque no quería compartir los senos de su esposa ni siquiera con sus hijos, los amaba, si, y podía comprarle toda la fórmula del mundo, pero es que a él le gustaba mucho jugar en ese par de senos regordetos.
Más tarde como dijo, llevó a los gemelos a la habitación con su esposa, a ella la leche comenzó a bajarle, así que se los pegó al seno y ambos niños comieron.
Para la poca suerte del Jeque, a los gemelos les gustó mucho la leche tibia de su bella madre, ellos estaban encantados y se habían tomado su tiempo ahí.
— Estos dos pequeños son muy afortunados de tenerte como madre, espero que crezcan rápido.
— Pero si acaban de nacer, Alejandro, ¿Cuál es la prisa? Míralos, son preciosos.
— ¿De verdad te lo parecen?
— Por supuesto, ¿Por qué lo pregunta? Son los hermosos hijos con mi amado esposo.
— Pensé que estabas un poco molesta porque no se te parecen mucho, ellos son más como yo, sus cabellos, sus ojos, su tono de piel.
— Que se parezcan a ti no me molesta, des