La señora Ali está molesta.
Las palabras de su preciado hijo dejaron al Jeque Selim clavado en su sitio. Definitivamente la descendencia para ellos era muy importante, no era algo que pudieran obviar así como así.
— Alejandro... ¿Pero... estás seguro? Lo que dices es tan... Extremo, tan duro.
— Lo sé, es lo más terrible que le puede pasar a un hombre como nosotros.
— Lo es, es un asunto bastante delicado. Uno que no puedes tomar a la ligera.
— Como no saberlo si es precisamente la razón por la cual soy lo que soy, yo soy tu primogénito, tu desendiente directo, por lo tanto tu heredero. Más sin embargo nunca podré tener hijos con mi mujer, los estudios revelaron que ella es infértil.
— Por todos los dioses, ¿Cómo está Monserrat con esta horrible noticia? Mi nuera debe estar devastada.
— Ella no lo sabe aún. Le pedí al médico que no se lo dijera por ahora, considero que si alguien debe decirle ese soy yo. Pero me resulta tan difícil, la voy a hacer pedazos, y lo que menos quiero es verla sufrir.