No seré tu juguete.
El corazón de Elizabeth se hizo pedazos al ver al rey besando a la delta, esa loba que había intentado asesinarla, entonces para él no había sido nada, se lo dejaba pasar porque era su prometida, porque sería su próxima luna.
Los momentos de pasión que tuvieron más temprano no habían significado nada para él, en cambio ella se había entregado al lobo en cuerpo y alma.
— Pero que estúpida he sido, solamente fuí su diversión, su desahogo sexual como dijo ese vampiro, los lobos de dejan llevar por el deseo solamente. Yo... No significó nada para él.
Calientes lágrimas rodaban por las blancas mejillas de la dolida mujer, esa noche era la más triste que había vivido, ni siquiera cuando se le cayó la venda de los ojos con Nicolai y se dió cuenta de que la engañaba. Ahora mismo sentía un dolor inmenso que le atravesaba el pecho.
Desde el salón dos miradas poderosas cayeron en ella, una era la del rey de los vampiros, él sostenía su copa mientras veía caer de los hermoso ojos azul