No debes ver a otros hombres delante de mi.
Elizabeth no le puso cuidado a las aterradoras palabras del hombre, al final de cuántas que podía hacer el para detenerla si quisiera marcharse, no era un mafioso, o un ser sobrenatural, ¿Cierto?
La doctora no podía estar más equivocada. De pronto se le ocurrió comentar sobre el equipaje, eso era algo que le preocupaba desde que salieron.
Señor Gambino, con ese exceso de equipaje que llevamos, dudo mucho que nos dejen abordar, creo que el avión ni siquiera despegaría, y por más influencia que tengas, no van a terminar regresando.
El hombre respiró y cambio la posición de las piernas. Esa humana no tenía idea de con quién estaba tratando, así que intentaría no ahorcarla durante el poco trayecto que quedaba.
— No debes preocuparte por esas pequeñeces.
— Lo siento, no puedo evitarlo. Parece que tienes prisa por llegar allá, si nos bajan del vuelo te vas a molestar.
Ya de tanto insistir, el lobo tuvo que hablar.
— De verdad crees que un hombre como yo va a dejar algo a