C66- ¡HAY QUE SALIR, YA!
Rowan, con una muñeca rota logró arrancar la cadena primero, pero Cassian más débil por el gas, reunió lo que le quedaba de fuerza, y con un rugido sofocado hizo lo mismo. Ambos cayeron de rodillas, con la piel quemada por la plata, pero libres. Rowan, más firme pese al veneno, sujetó a su padre por el antebrazo, arrastrándolo con él para mantenerlo en pie.
El gas seguía fluyendo, pero ellos no iban a detenerse y cuando ya alcanzaban la puerta, apareció Leonel. Con una máscara respiratoria que lo aislaba del gas, como si hubiera anticipado todo.
Irrumpió en la sala con un arma negra y compacta en la mano, de boca ancha, con el brillo opaco del acónito y la plata mezclados: un cañón químico hipodérmico, capaz de disparar microproyectiles que perforaban piel y vena en un latido.
—Ni un paso más —dijo, apuntándolos—. Este juguete perfora hueso, lobos y la plata entra directo al corazón.
Rowan enseñó los colmillos, Cassian gruñó, tambaleante y Leonel rio detrá