«¡¿Diez horas?!»
Cara gritó en su mente, aquello era mucho tiempo. Por el hecho de que no sabía si iba a poder controlarse, puesto que apenas podía aguantar diez minutos sin saltar sobre él como una posesa. ¿Cómo se supone que soportar su cercanía?
Cerró los ojos, al mismo tiempo que trataba de controlar su respiración. Creyendo que aquello iba a ayudarla, lo que era completamente imposible. Le habló muy cerca del oído y su cuerpo ya comenzaba a prepararse para él. La sangre comenzaba a hervir en sus venas, sus pechos se volvieron un poco más pesados, y en su vientre la anticipación llegó para burlarse de ella.
En el momento en que el avión despegó y se estabilizó, abrió los ojos. Enseguida su mirada se cruzó con la de Bastiaan.
—¿Todo bien? —él preguntó acariciando su mejilla.
Si pensaba que aquello la calmaría, pues estaba loco. Porque con apenas con el suave roce de su piel comenzaba a estremecerse.
—Sí —contestó ella con voz tímida—, siempre me pongo tensa cuando el avión hac