Henry no mostraba estar cagado por fuera pero por dentro le temblaba el corazón, su esposa sostenía un arma en su dirección y disparó a un lado deteniendo cualquier paso, tanto de él como de su mejor amigo, el grito asustado de los niños se oyó, se escondieron en un abrazo en el pecho de Lorenzo, el hombre no podía creer que una mujer como ella haya llegado hasta ese punto, secuestrar a dos inocentes niños para lograr algo que sería imposible, hasta este punto Henry le guardaba un inmenso cariño, no podía verla como una verdadera esposa pero cuidaba de ella con amabilidad y respeto, a ella y al niño que había aceptado como suyo, amado de forma inimaginable. —¿Qué mierda estás haciendo? —Henry habla con voz firme, tratando de dar tiempo a que llegue la policía o alguién que los salve del lío en el que solitos estaban metidos. —No estoy haciendo nada malo, simplemente quise invitar a los pequeños Miller a cenar. —sonrió mientras caminaba con lentitud hasta ellos, más de esos gorilas a
—¿Como llegaste hasta aquí? —fue lo primero que preguntó Henry al verla. —Puse un rastreador en tu bolsillo, sabía que si encontraban información no me dirían nada. —la castaña desataba con desespero a sus hijos. Varios hombres la seguían, luchaban y disparaban a diestra y siniestra, Lorenzo ocultó a los pequeños a sus espaldas, Layla le agradeció con la cabeza guiando con cuidado al hombre junto a los niños a la salida más cercana. Verificó que subieran a la camioneta negra y volvió a adentrarse a ese edificio viejo en medio de la nada, su ex esposo se encontraba sujeto del cuello por un hombre enorme, Layla se detuvo unos segundos, tratando de pensar en una forma rápida de poder sacarlos a ellos dos de aquella situación en la que habían quedado, con los niños a salvo solo sus vidas estaban en sus manos. —Llegaste antes de lo planeado. —la voz de Lucille se oyó, con la respiración agitada la castaña se enderezó con la frente en alto. —Dije que no te metieras conmigo, te voy a hun
Vivía en un ambiente lleno de drogas y alcohol, su madre era una prostituta y su padre un desconocido, era una niña que vivía llena de morados y las lágrimas dejaban un camino en sus mejillas por horas y horas todos los días. A la edad de cinco años vagaba sola por las calles oscuras, donde ni el hombre más valiente se animaría a caminar solo, las luces fallaban y el ambiente era pesado, se escuchaban voces de personas que se ocultaban en medio de la oscuridad esperando el momento perfecto de atacar a algún alma en pena que se encontrara en solitario, la niña caminaba con miedo, sosteniendo sus manos con nerviosismo, buscando a su madre en aquella calle interminable que cuanto más se adentraba más profunda se hacía su oscuridad. —¿qué haces por aquí, niña? —una profunda voz la hizo detener su andar. —Busco a mi mami, tiene el pelo rojo y la piel muy blanca, es alta y muy flaquita.—dijo con voz inocente. El hombre sonrió de lado, extendió su mano grande en dirección a la pequeña, la
—¡Mamá! —gritaron ambos niños al ver a su madre. —¿Estás herida, mami? —preguntó con su voz quebrada la pequeña niña, se aferraba con fuerza a los brazos de su madre. —No la aprietes con fuerza, debe de estar lastimada después de salvarnos. —el niño pequeño habló, su cara oculta en el pecho de su madre, sus ojos apretados aguantando las lágrimas. —Mami está bien, mis pequeños—habló ella, besó y abrazó con fuerza a sus hijos. Layla aspiró con miedo sus cabellos, oliendo el rico olor a shampoo de coco con el que habían sido bañados, sus manos acariciaron cada detalle del rostro de sus mellizos, desde la punta de su respingada nariz hasta su pequeño y regordete mentón, sus ojos se llenaron de lágrimas de solo imaginar volver a pasar por algo así, los abrazó nuevamente con fuerza, con miedo a soltarlos y que fueran parte de su imaginación debido al desespero que había sentido antes. Lorenzo apareció con Jonathan en sus brazos, el pequeño tenía sus ojos rojos y algo hinchados, el niñ
Creció con la bonita idea de que el día más feliz de una mujer es el día de su boda pero para esa joven ilusionada ese día se había convertido en una completa pesadilla. Se encontraba en la segunda planta de la casa de sus futuros suegros,la ansiedad se apretaba en su interior haciéndola sentir que el aire desaparecía de vez en cuando de sus pulmones,su vida había cambiado en tan solo un parpadeo que la asustaba de sobremanera,su precioso futuro se venía cuesta abajo y la vida perfecta que tanto se había esforzado en planear se hacía añicos justo frente a sus ojos.Extrañaba a sus padres,si ellos aún estuvieran a su lado jamás permitirían que fuese utilizada de esa forma,como una herramienta,una bolsa que al abrirla pueden obtener lo que sea. Ahora se encontraba en esa situación gracias a sus abuelos,la estaban obligando a contraer matrimonio con un completo desconocido y ella no tenía más remedio que obedecer,no podía creer la forma en la que todo había sucedido pero ya no había vuel
—Gracias—La novia agradece al desconocido en cuanto el vals se acaba.Suspira alejándose de todos cuando la pista de baile comenzó a llenarse con los invitados,se sentó en su mesa y volvió a llenar su copa vacía con champagne.Unos ojos la observaban de lejos,la mujer no tenía ni idea.Un par de horas después,cansada de aguantar y algo adolorida gracias a los incómodos tacones,subió a la habitación que compartiría con su esposo esa noche,se quitó el molesto vestido como pudo y los zapatos,entró al baño con total tranquilidad sin prestar demasiada atención a sus alrededores como para notar la ropa tirada en el suelo,gritó cuando se encontró de frente con su esposo y tomó la toalla que envolvía la cintura del hombre para cubrir su cuerpo pero no fue un buen movimiento.Ambas personas caen al suelo gracias a que la chica pierde el equilibrio llevando consigo al hombre.El tiempo parece detenerse para ambos,se pierden en los ojos del contrario que con frialdad se clavan cual puñales trata
Layla suspiró al cerrar la puerta de la habitación,estaba algo asustada por la reacción que tendrían los invitados al verla,el majestuoso vestido que su esposo le había regalado le quedaba a la perfección,parecía hecho para ella pero se sentía algo inquieta.Bajó las escaleras y caminó hasta la enorme puerta donde su esposo la esperaba para abrir y entrar juntos,de seguro para demostrar a los invitados la grandiosa pareja que ambos formaban,Layla había practicado su sonrisa en el espejo durante un buen par de horas en la tarde,también la manera correcta de hablar con un socio de su esposo,practicó respiración para pasar por momentos incómodos si su esposo se ponía modo idiota.—No te alejes demasiado de mí y recuerda las reglas del contrato.Las reglas del contrato eran claras y casi todas en su contra,Layla varias veces se había negado a firmarlo pero cuando vió que las opciones para su familia se habían acabado no le quedó otra más que poner su firma sobre el papel.—Lo sé,no tienes
El que los miraba desde fuera creería que se llevaban bien y que se conocían de toda la vida,o que se dedicaban a bailabar como profesionales,pero la realidad de esos dos era muy diferente.—Bailas bien,pero creo que no eres suficiente para Henry—se burlaba una vez más aquél guapo desconocido.—¿No te callas nunca?—preguntó con una sonrisa la joven rubia ya harta de que la rebajara un tipo como él.—Es que la familia Harper nada en dinero y sin embargo tú...—hizo una mueca mientras acariciaba los brazos de Layla.—¿Yo qué?—alejó sus brazos enfadada sin dejar de bailar.—No pareces ser de una gran familia como de la que proviene Henry—la sonrisa burlona en su rostro hacía que Layla perdiera la cordura.La mujer ya deseaba que terminará la canción de una buena vez para buscar a su esposo y alejarse de ese desconocido que al parecer era bastante cercano a Henry.—No deberías meter tus narices en los asuntos de los demás—susurra con una sonrisa.—Supongo que ya viste la fotografía que pos