Capítulo 62

Abrió la puerta de golpe, se había sacado los tacones y corrido lo más rápido que su cansado cuerpo le permitió, el maldito auto se había quedado parado a mitad de camino, alguien lo había vaciado, no podía esperar a que llegara la ayuda por ellos, Layla corrió más de diez kilómetros hasta llegar a casa de su primo, su maquillaje se encontraba corrido y su ropa sucia, había tropezado y caído al suelo varías veces en su desespero. Henry la seguía de cerca, sin entender nada, sin saber el porqué del llanto y dolor de la joven.

—¿Dónde? ¿dónde están? —preguntó caminando hasta el hombre que la esperaba sentado una de las sillas de la mesa del comedor.

—Lo siento. —fue lo único que pudo dejar salir, cabizbajo y en las sombras.

—¡No necesito tus malditas disculpas! —gritó con frustración. —¡Dime donde están! —Matías se volvió a verla con ojos rojos, Layla lo tomó por la camisa acercando su rostro a centímetros, susurrando. —¿dónde están mis hijos? —la rabia en su voz era palpable, si no
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