- ¡Estaré bien! Y no te preocupes, Olivia siempre estará a salvo y bien cuidada conmigo.
Podría objetar, ya que aún tenía a un guardia de seguridad encubierto tras ella, que en ese momento estaba sentado al otro lado de la sala de recepción, mirando su teléfono móvil como si fuera un paciente o un cuidador de allí. Pagaría a alguien para que protegiera a Chuchu durante el resto de su vida... O al menos mientras su padre viviera, ya que no confiaba en absoluto en Ernest Abertton y temía que su hija se viera afectada por alguna consecuencia de sus actos ilícitos.
Me despedí de Olivia con una inclinación de cabeza y me fui con mi hermana.
- ¿Querías que la viera? - pregunté, mientras le abría la puerta del coche.
- Por supuesto que sí. - confesó con una sonrisa.
- La próxima vez no hace falta que me llames. - Pregunté.
- Y fue mejor de lo que pensaba, ya que no sabía que Jai era su hermano.
- ¡Se acabó! Y si Ingrid está embarazada de mí, nunca habrá oportunidad de volver.
- Pero tú misma