Jacob colgó el teléfono con un suspiro de frustración. La búsqueda de Isabella en California había sido un callejón sin salida. Casi siete meses de pistas falsas y noches en vela, mientras su cuerpo sanaba físicamente, pero su alma seguía rota. La puerta del ático se abrió de golpe. Owen irrumpió, el cabello alborotado por el viento, los ojos brillando con una mezcla de esperanza y desesperación.
—¡Noticias, Jake! ¡Mary le mandó esto a tu madre! —Arrojó su teléfono sobre la mesa de centro.
Jacob lo tomó con manos temblorosas. La foto era un ultrasonido.En la imagen borrosa pero inconfundible, tres pequeñas siluetas nadaban en un mar de sombras grises. Dos de ellas, cercanas, casi entrelazadas; la tercera, ligeramente separada. Abajo, una nota escrita por Mary: Para la abuela entrometida, este es el mensaje de Isabella para Ellos. Bella dice que se lo merecen por idiotas. No les des mi número. — Mary
Owen señaló la imagen, su voz un suspiro reverente:
—Mira... Dos aquí, compartiendo..