El Bentley negro aceleró por las calles vacías, dejando atrás las luces mentirosas del museo. Isabella apoyó la cabeza en el hombro de Jacob mientras los dedos de Owen dibujaban espirales en su muslo desnudo bajo el vestido.
—¿Saben lo mejor de escapar? —murmuró Owen, su voz un ronroneo en la penumbra— que el postre llega... Antes.
Jacob capturó los labios de Isabella en un beso lento, profundo, saboreando el champán y la victoria. Cuando se separaron, jadeantes, Owen ya estaba allí: su boca encontró el punto donde el cuello de ella se unía al hombro, mordiendo suavemente el terciopelo de su piel.
—Owen tiene razón —Jacob deslizó la mano por la espalda desnuda de Isabella, encontrando el cierre del vestido—. Hay que desempacar la celebración."
En casa
La puerta apenas se cerró cuando Owen la empujó contra la madera, su boca devorando la risa que escapó de sus labios. Jacob observó un momento, desabrochando su esmoquín con manos seguras antes de acercarse.
—Maldicion, Mason... —Su voz