Drago:
Estaba en unos de mis tantos almacenes inspeccionando que las armas que llevarían a Venezuela llegaran en buen estado. Me gustaba mucho mi maldito trabajo, todos hacían lo que yo pidiera y así tenía que ser. Llevar el mando de la mafia Belga me hacía sentir un hombre más que poderoso, me gustaba mandar y hacer mi maldita voluntad.
Estaba más que complacido con lo que hacía, desde los diecisiete años ya estaba trabajando en el tráfico de armas y algunas drogas para los americanos, desde que era niño trabajaba en las calles robando para poder darle de comer a Ian, mi mejor amigo y hermano.
Ambos nos conocimos en las calles cuando éramos unos niños, recuerdo haberlo encontrado hurgando en la basura buscando que comer, recuerdo su rostro tan asustado y sucio, lo único que salió de sus labios en ese momento fue: "¿Tienes algo de comer?" Y sin pensarlo le di la única pieza de pan que había conseguido en todo el día, desde ese entonces se convirtió en mi mejor amigo y aliado, recuerdo cuando tenía los quince años trabajar para el Don Valkov, era el líder de la mafia Belga y era el más respetado por todos en el país, nos acogió a mi y a Ian para trabajar con el en su mansión.
Nos entrenó con armas y todo tipo de defensa personal, trabajamos duro por años, mi primer encargo fue cuando tenía diecisiete años, el señor Valkov me mandó a vender unas cuantas metralletas a los alemanes ya que ellos son uno de nuestros aliados por años, esa era la prueba de fuego para mí, así que fue muy sencillo hacerlo y desde entonces me había ganado el respeto y el apellido del Don Valkov. Fui su protegido hasta que cumplí los veinte.
El muy imbécil me dejó todas sus propiedades junto con el mando de la cuidad. El maldito ocultaba un asqueroso secreto, mandaba a buscar niños o adolescentes para satisfacer sus necesidades, cuando lo supe el solo se rió y no lo negó, por eso es que jamás se casó o tuvo hijos, el maldito era un depravado. Jamás tolere el abuso sexual porque de niño escuchaba como el que era mi padre, abusaba de mi madre y hermana cuando ella solo tenía cinco años, aquel día el asesinó a las únicas personas que he amado en la vida, por eso terminé en las calles. No dude un segundo en atravesarle la frente al Don para eliminarlo.
Recuerdo que nadie dijo nada sobre eso, porque muchos sabían lo que el hacía y callaron, a ellos también los asesine y contraté personal nuevo y capacitado. Por eso que en mi territorio está prohibido las violaciones hacia cualquier persona, por eso no dude en defender a esa chica aquella noche. Por lo general siempre voy a las calles de noche para yo mismo inspeccionar que no se incumplan mis reglas y cuando ví a Bull y su séquito de maleantes, me los llevé a mi almacén para quitarle cada uno de sus dedos y por supuesto asesinarlos. Jamás permitiría que alguien fuese avisado de esa manera, podré ser un maldito hijo de puta desalmado, pero jamás tomaría a alguien por la fuerza o permitiría que abusaran de quién sea, mientras yo esté al mando, jamás pasará.
—Bien Dragón, serían las últimas armas, colocamos una caja de granadas adicionales, por supuesto que eso será un costo adicional.
—Muy bien —asentí—, llevenlas al puerto y que nada salga mal, si intentan pasarse de listos ya saben que hacer.
—Si señor.
Todos los autos salieron del almacén de armas y me quedé terminando unos expedientes y armas que vendrían desde Irán, siempre me ha gustado hacer yo mis cosas porque no confío en nadie, excepto en Ian, que es mi mano derecha en todos mis asuntos. Ahora anda de enamorado con una chica que se llama Michelle, es una americana de piel morena muy bonita, aunque un poco antipática, tuve la desgracia de conocerla y fue horrible, no hablaba de otra cosa si no de quejarse de su hermana enferma, su conversación más bien me enfermó y los dejé en ese restaurante, Ian sabe que odio a las personas y que no me llevo bien con nadie, si accedí a conocerla fue por qué para el era importante, porque si fuese por mi, la mandaría a comer m****a sin pensarlo.
Jamás me he enamorado y no pienso hacerlo, porque en este mundo de la mafia se corren muchos riesgos, es más que obvio que tengo enemigos que desean destronarme y verme hundido, por eso no corro el riesgo de enamorarme, además sería una perdida de tiempo total, trabajo demasiado y no tengo tiempo para estar pendiente de una chica. Y por supuesto que tengo compañeras de cama, chicas a las cuales puedo follar sin ningún problema, ahora estoy con Kylie, ha Sido mi compañera de cama por un año y medio y ella ha sabido complacerme en todos los sentidos, por ahora no me aburre así que por ahora estoy bien con ella.
—Señor —llegó uno de mis hombres—, el cargamento fue entregado con éxito y el dinero viene en camino.
Sonreí victorioso —Buen trabajo, que preparen el auto y que lleven el dinero a la mansión.
—Si Señor —asintió.
Dejé la mansión del Don como estaba, aunque remodele algunas cosas por dentro, la mansión era a mi gusto.
Me avisaron que el auto estaba listo y me subí, no sin antes dejar a cargo a uno de mis hombres para que cerraran el almacén e hicieran guardia, ellos saben más que nadie que tienen que cuidar eso con sus vidas, para eso les doy un buen pago. Ya era casi de noche en la cuidad de Amberes, desde niño me gustaba contemplarla, así como a las estrellas, me gustaba pensar que mi madre y hermana estaban junto a ellas.
—Señor —me habló Rajim, mi chofer—, la chica nueva ya está instalada en la mansión.
—Que bien ¿Será buena? No quiero que pase lo de la última vez, no quiero riesgos.
La última empleada estaba robándome para revender las cosas valiosas de la mansión, además de que estaba pasando información a mis enemigos, tuve que matarla porqué jamás permito una traición.
—Para serle sincero señor Drago, la chica parece un poco asustadiza, algo nerviosa, pero eso sí, muy callada, Saraí me ha dicho que no es de mucho hablar, aunque es dedicada en las cosas de la limpieza.
—Espero que Agatha no cometa un error.
Rajim y Saraí son esposos, llevan varios años trabajando para mí, llegaron a Bélgica desde la india, recuerdo que tenían a sus hijas de casi de mi edad o menos, no dudé un segundo en darles trabajo y muchos beneficios, ellos viven en una pequeña casa que mandé a hacer para ellos en el jardín de la mansión y pues a parte de trabajo, moví mis contactos para que las chicas pudieran estudiar, desde entonces ellos han Sido mis más leales trabajadores.
Mi trabajo por suerte jamás es interrumpido por entes gubernamentales, ya que el presidente de este país es un muy buen amigo y aliado, yo mismo le doy las armas para que sus policías y demás las usen, el maldito paga muy bien, así que no le conviene joderme el negocio, soy el único al que le vende armas de mejor calidad.
Llegamos a la mansión y Rajim estacionó el auto, salí de el y me acomodé el abrigo, siempre hace frío a estas horas, cómo mi mansión está en la cima de la colina la temperatura baja y hace más frío de lo normal, por suerte cuento con un gran sistema de seguridad y mis guardias pueden descansar un poco, al menos más por el frío que hace por las noches.
Entré a la mansión y Saraí estaba esperándome en la sala junto a sus hijas y a la chica nueva.
—Drago, bienvenido —sonrió.
—Gracias Saraí, muchachas —ellas dieron un asentimiento— tu debes ser la muchacha nueva.
Me posé frente a ella, subió un poco la cabeza para poder verme y vaya que era un poco bajita, yo mido un metro noventa, ella debe medir uno sesenta o quizá menos, pero eso no era lo importante, lo importante aquí era... Que ya la había visto antes.
Es ella..
Claro que era ella, la chica a la cual salve aquella noche, estaba más que seguro, jamás olvidaría esos ojos.
—Mucho gusto señor Valkov, soy Samantha Phillips.
—Un gusto... Samantha —era más que claro que no se acordaba de mi.
Bajo esos lentes y ese flequillo, sus ojos detonaban tristeza pura y vacío, no tiene ese típico brillo que suelen tener las chicas a esa edad, todo lo contrario, sus ojos estaban ahí, pero se miraban muy vacíos. Su piel es blanca y hay un tono rosa en sus labios que contrastan perfectamente, aunque se veía un poco delgada, no dejaba de verse bonita.
Demonios ¿estaba elogiandola?
Necesito detenerme.
—Samantha tendrá el puesto de la anterior —asentí ante lo que me dijo Sarai.
—Esta bien para mí, lo único que pido es compromiso y no meter las narices dónde no la llaman —mire a la chica— ¿Quedó claro?
—Muy claro señor.
Había tanta frialdad en su rostro, que ni siquiera se inmutó por mis palabras, aunque pude ver un destello de miedo en ellos. Es confuso.
—Que suba mi cena en diez minutos a mi habitación.
—Si señor.
Las dejé ahí y subí hasta mi habitación, me quité el abrigo y desabotone mi camisa hasta dejar mi torso desnudo y dejar a la vista los incontables tatuajes que tengo, pero el que más me gustaba era el Dragón en mi espalda, me lo hice hace dos años y es el que más me representa, ya que mi nombre significa Dragón, viajé hasta Amsterdam a hacérmelo y quedó exactamente como quería, estaba en toda mi espalda con toques rojos y azules, era una maldita obra de arte.
La puerta de mi habitación sonó, di el pase y entró Samantha con la bandeja en sus manos, palideció un poco al verme y se quedó de pie en el umbral de la puerta.
—Coloca la bandeja en mi escritorio.
Ella entró rápidamente y la dejó ahí, luego salió sin decir alguna palabra. Busqué en mi closet mi pijama y me senté a comer para después darme un baño, pero mi comida fue interrumpida por Ian.
—Maldita sea Ian, sabes que odio que entres asi a mi habitación y más cuando estoy comiendo.
—Lo siento ¿Si?
Se tiró de golpe en la cama. Yo seguí con mi comida.
—¿No vas a preguntarme que me pasa?
Rodé los ojos, cómo siempre tan dramático.
—Bien ¿Qué sucede Ian?
—Me pelee con Michelle.
Me alegra mucho que hayan discutido, ojalá la deje por insoportable. Tengo que preguntarle porque, o si no, no me dejará en paz.
—¿Porqué? —bebí de mi jugo.
—Porque jamás pensé que sería una chica cruel... Discutió con su hermana ¿Puedes creerlo? La conocí hoy... Y me llevé una sorpresa.
—Bueno, lo de ser cruel ya lo sabía —me miró mal— ¿Que? Vamos Ian, es cierto, aquel día no paraba de parlotear sobre su hermana enferma... Dime si eso no es cruel.
Que hipocrita de mi parte decir que eso es cruel, cuando yo asesino personas.
—Odio cuando tienes razón —se sentó en mi cama— el caso es que, conocí a su hermana hoy y creeme que son muy diferentes —alcé una ceja— en serio, Michelle es de piel morena y su hermana es blanca con ojos azules..
—No te has puesto a pensar que quizá sean hermanas de diferentes padres o quizá ¿Adoptadas?
—Puede ser... El caso es que, fuimos a su departamento, ella estaba en la cocina sirviéndose cereal —asentí—, Michelle la trato de la m****a y sin pensarlo quería tener sexo conmigo en medio de la sala con su hermana en la cocina, me incomode mucho hasta que ella se fue a dormir a su habitación... El problema fue porque le dije que fue un poco grosera con ella, qué no debía tratarla así y pues se molestó conmigo por eso.
Ian como siempre siendo el buen samaritano.
—Escucha Ian, no debes meterte en líos familiares, no sabes cuál sea su problema... Ahora, vete de mi cuarto y déjame comer en paz ¿Quieres?
—Idiota —se levantó—, mañana iremos a Marruecos, tienes que estar temprano en el hangar
—Lo haré, buenas noches hermano
—igualmente Drago.
Y sin mas salió de mí habitación, Ian es el bueno de los dos, aunque no tanto, siempre quiere verle el lado bueno de la vida a pesar de la m****a que pasó, su padre era un adicto sin remedio, e incluso hizo que Ian llegara a probar esa m****a que se metía, agradecía tanto a todos los dioses del Olimpo por cruzarlo en mi camino y cuidarlo, desde ahí, hemos sido el y yo solamente.
Terminé la cena y me duche, me acosté en mi cama mirando el techo por unos minutos hasta quedarme dormido.
(...)
Eran las tres de la mañana cuando desperté, tuve esa pesadilla de nuevo con mamá y mi hermana, casi todos los días era lo mismo, lo veía a el golpeando a mamá y mi hermana y yo escondido en el armario para que no me hiciera daño. Odiaba demasiado tener esas pesadillas.
Me levanté de la cama y tomé mi camisa y me la coloqué, salí de mi habitación y como era de esperarse, no había nadie a esta hora, cómo casi siempre lo hacía, iba a la biblioteca a buscar un libro y leer hasta quedarme de nuevo dormido. La biblioteca la mandé a hacer en honor a mi madre y hermana ya que cuando era mas niño, ellas solían leerme alguna historia o cuento antes de dormir, dentro de esa biblioteca estaban las pocas cosas que pude recuperar de ellas, por eso no permito que nadie entre a este lugar.
Cuando estaba por entrar escuché una voz dentro, la puerta estaba medio abierta así que con cuidado entré para poder escuchar quién estaba ahí, la biblioteca era enorme y cada vez que entraba mas se escuchó más clara aquella voz, era de una mujer, su voz era suave y pausada, cuando estuve cerca, me di cuenta que era Samantha, estaba sentada sobre el suelo leyendo un libro, podía verla pero ella no a mi, me senté con cuidado detrás del estante de libros para escuchar lo que leía.
Viví así, solo, sin nadie con quien hablar
verdaderamente, hasta que tuve una avería en eldesierto del Sahara, hace seis años. Algo se habíaroto en mi motor. Y como no tenía conmigo nimecánico ni pasajeros, me dispuse a realizar,solo, una reparación difícil. Era, para mí,cuestión de vida o muerte. Tenía agua apenaspara ocho días.La primera noche dormí sobre la arena a mil
millas de toda tierra habitada. Estaba más aisladoque un náufrago sobre una balsa en medio delocéano. Imaginaos, pues, mi sorpresa cuando, alromper el día, me despertó una extraña vocecitaque decía:—Por favor..., ¡dibújame un cordero!
—¿Eh?
—Dibújame un cordero...
Me puse en pie de un salto, como golpeado por un rayo. Me froté los ojos.Miré bien. Y vi un hombrecito enteramente extraordinario que me examinaba
gravemente. He aquí el mejor retrato que, más tarde, logré hacer de él.Pero seguramente mi dibujo es mucho menos encantador que el modelo. No es por mi
culpa. Las personas grandes me desalentaron de mi carrera de pintor cuandotenía seis años y sólo había aprendido a dibujar las boas cerradas y las boasabiertas.Miré, pues, la aparición con los ojos absortos por el asombro. No olvidéis que
me encontraba a mil millas de toda región habitada. Además, el hombrecito nome parecía ni extraviado, ni muerto de fatiga, ni muerto de hambre, ni muerto desed, ni muerto de miedo.No tenía en absoluto la apariencia de un niño perdido en
medio del desierto, a mil millas de toda región habitada. Cuando al fin logréhablar, le dije:—Pero... ¿qué haces aquí?
Repitió entonces, muy suavemente, como si fuese una cosa muy seria:—Por favor..., dibújame un cordero
Su voz era suave y calmada, estaba leyendo el Principito, una de las tantas historias que me leía mi mamá, era una de mis favoritas.. Poco a poco iba cerrando los ojos escuchando a Samantha leer.
Su voz calmaba mis sentidos..