[DANA]
—¡Listo! ¡Benvenuta, ragazza!—
Miro a mi alrededor. De aquel apartamento en el que vivíamos con Ángel ya no quedan más que recuerdos. El lugar ahora se siente un poco ajeno, pero cálido, cómodo.
Es ameno.
Las paredes están pintadas de beige, del techo cuelgan decenas de globos de diferentes colores y los sillones han sido forrados con nuevas fundas. Un enorme letrero con la palabra Benvenuta adorna el minibar, y en las paredes hay muchas pinturas vanguardistas que jamás imaginé tener en la sala de mi casa.
Eso es todo lo que, justo ahora, puedo detallar.
Max, que hasta ese momento me lleva en brazos, me coloca sobre el sofá y me abriga con una sábana.
—¡Felicidades, amiga! —Génova me abraza fuerte. Está emocionada, pese a que sabe que el bebé que espero no es de Ángel.
En cambio, Ghiana y Estefan parecen algo molestos con la noticia.
Yo aún no termino de asimilarlo.
Pero algo es seguro: de haber sabido que estaba embarazada, jamás habría bebido una sola gota de vino chianti, po