[DANA]
—¿Listas? —pregunta Max.
Lisa y yo nos miramos, sin comprender lo que el castaño está planeando.
—¿Listas para qué? —pregunta la pequeña traviesa.
Ese apodo se lo puso Max a Lisa.
—Ya que tenemos el permiso de la propietaria —me señala—, le vamos a dar más vida a este lugar.
Es verdad... Sé que Ángel no se hubiera opuesto. Además, aquí viviremos luego de la boda; hay que ambientar un cuarto para Lisa.
—Listas —respondo, mirando con complicidad a la niña.
En cuanto Max se da la vuelta, tomamos una brocha cada una y las llenamos de pintura.
—¡Uno... dos... tres... ¡Ahora! —ambas nos abalanzamos sobre el fornido cuerpo de Max y lo llenamos de pintura rosa.
Él se gira y, tomándose venganza, mete ambas manos en la cubeta de pintura para comenzar a seguirnos.
Corremos por la sala, rodeamos los sofás, pasamos por las habitaciones y nos detenemos en la cocina.
—¡Nunca podrás alcanzarnos, Patricio Estrella! —grita entre risas la pequeña rubia.
Me detengo tras la mesa del minibar y, casi