[DANA]
Ahora por la mañana llegué a casa, después de una semana y dos días en el hospital... No había muchos cambios, las niñas estaban en el colegio, Daniel vendría más tarde, puesto que le había tocado cubrir a otro doctor. Sam estaba en el hospital cuidando a Axel, no quería alejarse de él.
Y yo... yo sostenía en una mano el teléfono de línea, y en la otra, la agenda en la que estaba anotado el número de la casa de los Greco.
Sabía que tenía que darles la cara, y no porque les debiera algo, sino por haberme ido sin decir nada y alejarme de ellos en el peor momento.
Aquellos que habían sido, para mí, como una segunda familia.
Sin meditarlo un segundo más, marco el número y espero a que alguien, del otro lado de la línea, del otro lado del mundo —en Italia, en la casa en la que viví muy bonitos momentos—, tome la llamada.
—Casa Greco Ferrati.
La voz de Nicoleta, la ama de llaves, me golpea en el corazón con mucha fuerza. Se escucha muy triste y sé que es por Ángel... Ella en verdad l