[CONTINUACIÓN]
—Este lugar no es un palacio como el que te mereces, pero te apuesto a que te puedo dar más que Ángel Greco o Daniel White.—
—¡No te atrevas a decir sus nombres, imbécil!
La mirada de Alan era pura maldad. Sus ojos estaban rojos y recorría con ellos todo mi cuerpo, haciéndome sentir por primera vez asquerosa, sucia.
—Intenté que fueras mía a las buenas, traté de cortejarte, de hacer todo lo posible, pero siempre estaba ese imbécil contigo…— se inclinó sobre mí en la cama y trató de besarme.
No sé cómo lo hice, solo sé que tomé impulso y le escupí en el rostro.
Contrario a lo que pensé, en lugar de molestarse, comenzó a reír.
¡Maldito imbécil!
—Veo que te está pasando la parálisis.— se limpió la cara.— Tal vez ahora no me amas, Dana, pero en unos días, cuando Daniel White esté muerto, solo tendrás ojos para mí.—
—N-ni loca… te des… desprecio.— logré formular, con un nudo en la garganta.
Dolía, dolía mucho.
—Tú no eres nada en compa… ración… a Daniel.— solté en cuanto rec