DANNA:
Al final lo hago, giro el picaporte, abro lentamente la puerta y lo veo.
Está completamente irreconocible, está completamente pálido, sus manos se encuentran un poco hinchadas al igual que su cabeza, tiene rapada la parte de la cabeza en la que le realizaron la cirugía y parece ser que su estómago sube y baja, como si estuviera respirando, pero no es él, es la máquina a la que está conectado, lo que lo mantiene con vida.
El aire me comienza a faltar, el nudo en la garganta no me permite respirar bien, dudo un poco si tomar su mano, siento que lo lastimaré, siento que puedo transmitirle de esa manera todo mi dolor o desesperanza, y no quiero que sienta mi tristeza.
Pero algo me dice que lo haga, que tome su mano y le hable, algo me dice que no tenga miedo.
Me siento en la silla que está al lado de la camilla y tomo su mano, está muy fría.
¿Cómo debería hablar? ¿Qué debería decir primero? ¿Y sí esta es una mala idea?. Quizá él aún está molesto conmigo por mis decisiones del pasad