Una chica pelirroja se acercó hasta mí. Su uniforme era azul, lo que me advirtió que era una bruja. No pude leer su expresión, pero parecía divertida. Alcé una ceja en su dirección, sin contestar. Me quité uno de los auriculares, sin detener la música. Estaba esperando que dijera algo más, sin embargo, solo se quedó midiéndome con su mirada.
Volví a poner mi audífono en su lugar y dejé de prestarle atención. Al menos así fue hasta que la bruja se sentó sobre mi escritorio sin ningún tipo de reparos.
—Así que tienes agallas, eso es bueno —asintió para sí misma—. Mi nombre es Shury.
—Soy Juliette —respondí sin interés.
—Bueno, Juliette. Te recomiendo que te sientes en otro lugar. Brett no es una persona muy paciente.
Me encogí de hombros. No iba a moverme del sitio, solo porque sí. Si el tal Brett quería que me levantara, tendría que decírmelo él mismo. Y darme razones para levantarme de aquí, porque no era una pendeja que se dejara someter.
Quizás fuera un poco intimidante estar entre