Una hora después, Álex y Jasmine cruzaron las grandes puertas dobles de la Mansión Kingston como si fuera un paseo dominical cualquiera.
En el centro de la lujosa sala de estar se encontraba Charles, flanqueado por Jessica (la madre de Jasmine) y un elegante anciano cuya postura tan rígida parecía a punto de quebrarse, mientras sus ojos examinaban todo con silenciosa calculación.
El corazón de Jasmine martilleaba en sus oídos, pero logró esbozar una sonrisa fría. —Mamá, me mandaste llamar. Habla de una vez.
La expresión de Jessica estaba tan helada como los pisos de mármol bajo sus pies. —No quiero escándalos familiares ahorita, solo profesionalismo. ¿Puedes portarte bien, Jasmine?
Jasmine se volvió hacia Charles y alzó una ceja. —Supongo que tienes algo genial que compartir, ¿hermano mayor?
Charles juntó las puntas de los dedos en calma teatral, pero su tono se quebró como un látigo. —Dejémonos de rodeos. Tú y yo tenemos acciones de Kingston Pharmaceuticals, pero la mayoría es de la f