Álex se puso de pie, con preocupación brillando en su mirada.
—Bien, me marcharé ahora. Elizabeth, necesitas descansar.
Jasmine también se levantó. —Te acompañaré —comentó, luego se volvió hacia la anciana.
—Nana, por favor no te preocupes por Charles. Tú también deberías descansar.
Elizabeth cerró los ojos, dejando escapar un suspiro cansado.
—Tienes razón, niña. No es como si después de todos estos años no conociera su temperamento. Tal vez es mi culpa por haberlo consentido demasiado.
Mientras tanto, en otra habitación del hospital más abajo en el pasillo, se desarrollaba una escena similar, aunque con mucho más caos.
Jack, completamente vendado, yacía gimiendo en su cama de hospital. Gruesos yesos envolvían ambas piernas, y su cabeza estaba tan fuertemente vendada que solo se veían su nariz, boca y sus ojos, que ardían por la ira.
—¡Mamá! No puedo creer que Álex realmente me golpeara. ¡Tienes que darle una lección que nunca pueda olvidar a ese bastardo! —lloriqueó, casi escupiendo