El atacante levantó su mano, su voz era venenosa mientras gruñía: —¡Entonces encuentra a tu madre en el infierno!
Su mano bajó, apuntando hacia Kelly.
Antes de que el golpe pudiera aterrizar, una hoja atravesó su espalda, la punta desgarró su corazón al emerger desde su pecho.
La sangre manchó el aire mientras el atacante se congelaba, con los ojos abiertos por la incredulidad.
—Imposible... —jadeó, temblando.
Un hombre de su calibre, siendo nivel 115, era casi invencible.
Aquellos por debajo del nivel 100 eran como niños de jardín de infantes enfrentando a un soldado entrenado. Nadie podía enfrentarse a él.
Desde detrás de él, una voz áspera llevaba un escalofriante filo. —He estado esperando este momento.
El atacante giró la cabeza con un esfuerzo tenso y vio la fuente de la voz.
—Tú... —tartamudeó, el reconocimiento y horror brillaron en sus ojos.
El viejo que estaba allí debería haber sido un mero fantasma de un recuerdo. Sin embargo, ahí estaba.
La mirada del atacante se desplazó