Capítulo — Entre el pasado y la esperanza
(Punto de vista: Guillermo Medina)
El hospital, con sus pasillos blancos y su silencio cargado de ecos, se había convertido en mi segunda casa durante estas semanas. Pensé que el despertar de Lili sería ese soplo de calma que tanto esperaba, pero la llamada que recibí en el hall me había preparado para otra clase de sacudida.
Allí estaban, como fantasmas del pasado: Sandra, mi exmujer, con el gesto altivo de siempre, y Julia, mi hija de once años, que corrió hacia mí con los ojos húmedos y los brazos abiertos.
—¡Papá! —exclamó, lanzándose sobre mí con fuerza a pesar de mis heridas—. Mamá dijo que estabas muy mal, que necesitabas que viniera a cuidarte.
La abracé con todo el dolor que me provocaban mis rodillas y el brazo fracturado, porque nada dolía más que no sentirla cerca.
—Estoy aquí, mi amor —le respondí, acariciándole el cabello—. Estoy maltrecho, sí, pero vos me curás con este abrazo.
Sandra, parada detrás, soltó una risita seca.
—Si n