CAPÍTULO 11 – LA NOCHE DE LAS DECISIONES
10:03 p. m.
El silencio dentro del auto era tan denso que podía cortarse con una navaja. Adrián tenía los dedos aferrados al volante, la vista fija en las luces rojas que parpadeaban al final del semáforo. Su celular, conectado al sistema del vehículo, vibró con una notificación. La pantalla iluminó brevemente el interior del auto con un nombre que ya le empezaba a provocar náuseas: Valeria Montesino.
—Adrián… —la voz sonó al instante, quebrada, temblorosa, demasiado ensayada para ser real—. Me duele todo. Siento que no voy a poder dormir… ¿podés venir?
Adrián no respondió al instante. El silencio fue largo. Ni siquiera bajó el volumen. Solo dejó que su propia culpa se enredara con cada palabra que ella pronunciaba.
—Necesito verte —insistió Valeria—. Sé que no querés estar acá, pero… ¿tan difícil es que me abraces? ¿Un ratito? ¿Cómo antes?
Su mandíbula crujió de tensión. Su pie ya estaba presionando el acelerador. El auto dobló por Avenid