Jonathan no borraba su sonrisa sínica de su boca.
-¡Oh vamos!, ríete asistente de presidencia ¿Una pequeña broma te puso así?- Dijo soltándole una risilla, acercándose de nueva cuenta acomodando su cara en su hombro –Y eso que los papales con tu sello, huella y firma registrada siguen en mi poder, desconozco lo que sería de ti si accidentalmente salen a la luz…-
Lola sintió sus fuerzas irse y abandonar su cuerpo, el hombre no la tocaba, pero sí pudo sentir el peso de sus palabras, no había broma bajo ningún concepto.
-¡No te atreverías! Eres un maldito injusto y manipulador- Gritó la mujer en tono moderado, tampoco deseaba armar un escándalo, no les convenía a ninguno de los dos.
Jonathan la miraba serio, exponerla era fácil, ella tenía mucho que perder. Los secretos se pueden ver a través de las grietas y lola tenía muchas.
-¡No sé dónde está Ann! Desconozco su ubicación desde que indicó que dejaba la oficina, no ha vuelto, no ha llamado, no tenía una cita programada ni tampoco asist