Antonio no pudo moverse ni un centímetro, hasta respirar dolía, esos hombres y mujeres a su alrededor, aún estaban desnudos haciendo lo mismo o peores cosas a otra chica que al parecer ya estaba acostumbrada, el asco y el odio crecieron en el a cada segundo, la idea de conocer a alguien que lo ayude a salir de ese lugar le daba vueltas en la cabeza sin quererse detener, tenia que salir de ahi para poder vengarse de Agustin y su adorada esposa
—¿Qué tanto piensas perro? ¿No creas que se ha terminado? Estamos empezando, no llevamos ni dos horas y tú ya no aguantas ¿No se supone que el noble y educado joven de los Conrado aguantaba una buena ronda? Al perecer hemos sido engañados por ese viejo de Swan.
Antonio miro al hombre que hablaba con la mirada inyectada de odio, este hombre fue el que lo ato al poste y lo azoto para dejarlo por 30 minutos en la misma posición con un vibrador dentro de el, recordarlo le hacía querer matarlo.
— ¡No mires a los clientes así Antonio! ¡Vas a espantarlo