Me apartó de un leve empujón, se vistió con toda la vergüenza del mundo, pero no dejo que yo lo notara, cuando ya estuvo listo me miro a los ojos, respire hondo y contuve mis palabras, lo veia muy cansado como para discutir, camino a la cama, pero no pude subirme, unos brazos fuertes me tomaron por la cintura y se acomodaron en la cama, mientras tomaba una almohada y una sabana, no lo solté
— Príncipe perdón, no sé por qué siempre pasa esto, antes ni las moscas se acercaban a mí, no obstante soy como un imán para los estafadores ¡Decir que estoy casada no basta! Juro por mi vida que no tengo aventuras por ahí, no te engañaría nunca.
— ¡Shell escúchame! Te creo, de verdad lo hago, sin embargo, es cansado sentir que tienes algo que no te pertenece y eso me pasa, tú no deberías ser mía, soy muy poco para ti, por eso todos esos hombres se te tiran encima, saben que no valgo y quieren aprovechar la oportunidad.
— ¡No digas eso! Nunca te canses de mí, deja que ellos piensen lo que quieran