11. Enemigas declaradas
El mal humor de Laura iba en crecimiento y eso no le permitió tener un sueño reparador, entre las apariciones de Noah y el troglodita de su jefe la tenían perturbada, pero no permitiría que le quitaran su paz por completo, tenía un plan y haría lo necesario para cumplirlo.
Gina, por su parte, analizaba la situación, lo que le había comentado Beatrice era curioso, tenía que investigar a la dichosa cocinera. En ese momento sonó el teléfono y, al ver el número, contestó apresuradamente: — Buenas noches, señor.
— ¿Hiciste lo que te pedimos sobre la chica?
— Sí, ya se ha viralizado en las redes y estoy segura de que mañana la prensa publicará la noticia, no creo que su publicista pueda hacer mucho por solucionarlo.
— Él no es tonto, intenta hacerte la víctima o culpa a otro de que se filtró información, pues si no te calificará de incompetente y te despedirá, o perderás su confianza.
— Tiene razón, tengo un chivo expiatorio, no habrá problema, también quería comentarle que está pasando