Poniendolo a prueba

—Mucho gusto, señor Mondragón. —A Mario le sonaba aquel apellido, pero por más que intentó recordar no supo de dónde.

—El gusto es mío. —Lucas sintió aún más escalofrío al estrechar su mano.

Mario notó el gran parecido que tenía con ese hombre.

—Me tengo que despedir, el deber me llama, ¿entonces paso por ti para comer juntos? —Lucas preguntó a Ana.

—Siento mucho el inconveniente señor Mondragón, pero Ana y yo comeremos juntos, tenemos demasiados asuntos que arreglar, además tiene que ponerme al día sobre el manejo de la empresa.

Ana lo miró asombrada, ¿en qué momento habían quedado de comer juntos? Lucas, por su parte, se molestó al ver que aquellos dos ya se tuteaban.

—Entonces me retiro, espero pueda verte a la hora de la cena, quedé de ir a cenar con los gemelos.

—Claro, nos vemos en la cena.

Lucas se despidió amablemente de los dos, aunque en su interior sentía coraje y miedo, en cuanto subió a su auto hizo una llamada.

—Acabo de conocer a un hombre, su nombre es Mario Dubedetti
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