2 de diciembre. En la mañana.
Resort de los Hale. Breckenridge.
Mackenzie Hale
La casa principal del resort parece un refugio alpino sacado de un sueño. Techos altos, chimeneas encendidas, lámparas cálidas y mesas de madera llenas de gente que desayuna alegre y animada.
Este no es nuestro hogar, pero es el lugar en el que vacacionamos siempre cuando estamos todos y que se siente como un segundo hogar.
Los detallo a todos y respiro profundo antes de enfrentarme al caos que siempre me espera en Navidad.
Mi mamá nos ve primero y levanta una mano como si no fuéramos visibles desde cualquier punto del salón.
—¡Aquí! ¡Aquí están! ¡Ya llegaron! —grita, agitando la servilleta como si fuera una bandera.
Killiam sonríe, por supuesto, mi madre siempre le ha encantado.
Yo solo respiro hondo y dejo que él se me acerque más de lo que puedo soportar. Nos acercamos y veo cómo todo sucede al mismo tiempo, como si estuviese ensayado.
Mi papá se levanta para darnos un abrazo. Mi tío Buck con su vestimen