Capitulo 5

No había podido dormir en toda la noche, los acontecimientos habían sido demasiado para mi mente, solo podía pensar que cada vez que intentaba salir de esta maldita deuda de mi padre, me metía más en el fango. ¿Cuándo sería libre? ¿Cuándo podría pensar en mí? Sintiéndome asfixiada, me levanté viendo el amanecer, entra por la rota ventana del trastero en el que dormía. Lo mejor sería ponerle frente a Ezequiel con todo esto del contrato, no podía estar toda la vida pagándole.

—Vaya... ¿Hasta cuánto té harás de esperar? El tiempo es dinero y lo estás dejando ir —Dijo Rut sirviendo el desayuno a sus dos vagos hijos.

—Es mejor que me haga desear, u odiar. Cualquiera de las dos le traerá dinero a usted. —Indique fingiendo normalidad.

—Es bueno que estés de buen ánimo, porque he estado pensándolo, y no esperaremos a que ese imbécil te pague un sueldo de asalariada, yo quiero más y estoy cansada de depender de tu ineficiencia o de la calentura que te tenga un hombre. Cuando ya no le parezcas atractiva te botará como el otro imbécil.

—¿Y qué esperas que haga? No soy vidente de lo que pasara.

—No, no eres vidente, pero si eres un poco inteligente, buscarás algo de valor en esa mansión.

—¿Algo de valor? He vivido en esa mansión por 7 años al lado Jemes.

—Goro consiguió algo de información de una de las empleadas que salió de esa casa, y al parecer hay una habitación llena de antigüedades avaluada en muchos millones, será un golpe grande y no tendremos que esperar a tu incompetencia.

—No voy a robar tan descaradamente, no crees que seré la primera sospechosa si algo de esa casa se pierde. No lo haré... no me expondré de esa manera tan tonta. Y mucho menos por algo que no estamos seguros, pensé que eras más cuidadosa Rut.

—Para eso estas tú, para que confirmes toda esa información.

—No creo poder entrar a esa casa.

—Aún eres su esposa, y ahora sin ese idiota cerca, podrás seducir al hermano... muy fácil para ti, ¿no? — sus hijos rieron y con fuerza me solté de su agarre para tomar mi cartera y salir de ese basurero.



Cuando llegue a la empresa, respire hondo mirando el edificio, arregle mi camisa arrugada y entre por la puerta giratoria llegando hasta la recepcionista que parecía hablar por teléfono muy alegre hasta que me vio, rechisto con molestia colgando.

—¿Sí? ¿La puedo ayudar en algo?

—Tengo una cita con el señor Montgomery, puede avisarle que ya llego la señorita Mónica. —me miro con disimulo de arriba para abajo, y tomando el teléfono marco sin quitarme los ojos de encima. Incómoda intenté ver en mi ropa lo que estaba mal, pero después de seis meses sin el dinero de Jemes ya no vestía tan elegante como en ese entonces, las camisas que eran blancas, ahora tenían un amarillo leve y desgastado. Cuando la chica colgó, salí de mí ensimismó.

—El señor Montgomery está en una reunión ahora mismo, por favor espere a que termine.

—Está bien. —Solté un suspiro y me senté en recepción, pero sospechaba que iba a tener que esperar demasiado.



Miré mi reloj y ya habían pasado más de tres horas, estaba cabeceando del sueño mientras veía a la gente pasar y como la recepcionista comía hablando de banalidades por teléfono. Cansada, sentí como mi estómago rugió del hambre, no había podido comer nada en la mañana. Me levanté del sillón y golpe la mesa para llamar la atención de la chica que me ignoro, volví a golpear con fuerza, y al alzar sus ojos vi su fastidio relucir en su rostro, aparto el teléfono de su oreja y pregunto.

—¿Sí? ¿Qué necesita?

—Lo siento, pero llevo esperando más de tres horas, cuando puedo ver al señor Montgomery.

—No lo sé, entro en otra reunión.

—¿Cómo? Y porque no me aviso, llevo esperando demasiado. Puede avisarle que estoy aquí.

—El señor Montgomery es un hombre muy ocupado, realmente cree que hará un hueco en su agenda para recibirla. No me culpe de ello, a mí me pagan por avisarle, no por reunirlo.

—¡Pues haga su trabajo y vuélvale a visar! Dígale que la señorita Mónica Montgomery se encuentra aquí. — Sorprendida, me miro al escuchar ese apellido.

—¿Montgomery?

—Sí, soy la esposa de Jemes Montgomery, ¿va a avisarle o no?

—Con cuanto orgullo hablas de tu apellido de casada, a pesar de que ni siquiera tu esposo está presente —escuché tras de mí, al girarme vi a Ezequiel con un grupo de hombres trajeados.

—S-solo lo dije para qué me dejarán entrar, llevo esperándolo más de tres horas. —Dije intentando guardar la calma.

—Y si me apetece la puedo dejar esperando más tiempo. —Apartando sus ojos de mí, miro a los hombres y dijo —Gracias por venir, señores, estaremos en contacto para una respuesta —Se estrecharon las manos y cuando lo vi regresar al ascensor corrí hacia él.

—¿Ya podemos hablar?

—Sí —respiré con alivio y antes de entrar al ascensor, Ezequiel me detuvo.

—¿A dónde crees que vas? Sube las escaleras o usa el ascensor para los trabajadores. —Y sin dejarme responderle, las puertas cerraron en mi cara. Solté un largo suspiro caminando hacia el ascensor que estaba completamente lleno. Cuando llegue al último piso, la oficina de Ezequiel, camine a paso rápido, y toque la puerta de cristal.

—Pase. —Empuje la puerta y Ezequiel estaba sentado detrás de su escritorio, con una molestia paz en su semblante. Yo no podría estar tan calmado con mi presencia.

—Bien, creo que ya esperé suficiente por usted, ¿qué se supone que quiere que haga aquí?

—¿Sabes la importancia del proyecto que perdí por vosotros? —pasé saliva con dificultad, viéndolo levantarse de su silla mientras me miraba con burla.

—No. —indique mirando al frente, evitando su mirada, camino a mi alrededor y dijo.

—Mi proyecto como director de cine, perdí un gran negocio por estar internado seis meses recuperando mi vida por unos malnacidos. —le miré con firmeza y solté.

—¿Cómo puedo pagarte ese negocio? Haré lo que esté en mis posibilidades para recuperar lo que perdiste, pero este contrato tiene que tener una fecha límite, no puedo estar toda la vida pagándote. —Tomo mi barbilla y alzándola hacia él, indico.

—¿Por qué no? No crees que lo mínimo por romperme las entrañas sería deberme la vida.

—¿Qué es lo que quieres Ezequiel?

—¿Si te pido que te acuestes con un importante productor lo harías? —mi pecho se presionó con dolor mirando sus ojos verdes, aquellos mismos ojos que una vez me miraron con cariño, hoy me dolían más que otros días... y ya sabía por qué, tal vez porque esperanzaba ver a ese hombre que una vez me aferro en sus cálidos brazos, y hoy me decía que me acostara con otro hombre. Pensé que tenía muerto aquellos sentimientos, pero cada uno de sus rechazos me estaban acuchillando el pecho.

—Si eso es lo que necesitas, lo haré —solté apartando su mano de mi rostro con brusquedad, sintiendo el verdadero hierro de su odio hacia mí, prometí ser la villa que él pintó en su mente, no cambiaría su visión de mí. Ofendido por mi respuesta tan certera, soltó.

—Bien, entonces prepárate, porque tendremos una reunión esta noche. Ya que se te hace tan fácil soltar esas palabras, espero que no te contradigas a la hora de la verdad. —indico tomando su celular para marcar, aparte mi mirada de él cerrando mis ojos mientras sentía un profundo dolor en el pecho.

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