Ezequiel.
Me tenía que sentir mal por una mujer que jugo ser alguien que no era, a veces me preguntaba si la mujer que una vez me compartió sus historias era real, realmente me enamore de una mentira…. Porque si, me había enamorado de Mónica y seguía doliendo su traición como aquel maldito día. Caminé con desgana por los pasillos de la mansión y entonces vi a Mónica, fruncí el ceño, al ver que tomaba la mano de aquel chico al que le di trabajo, y se lo llevaba a un lugar más íntimo. Me escondí detrás de una columna y escuché.
—¿Qué mierda estás haciendo? —le increpo Mónica apretando su brazo, el chico sonrió y con brusquedad se soltó de su agarre.
—Haciendo lo que tú no haces.
—Estás trayendo demasiado la atención. —Fruncí el ceño recordado que Mónica me había dicho que apenas y se conocían, entonces porque se hablaban de una manera tan cercana.
—Haré lo que me dé la gana, esta mansión es un lujo que no tenemos todos los días.
—Si te pillan haciendo estupideces…. No te voy a defender.