Luego de aquel inesperado encuentro, Eva caminó hacia la habitación de Sara. La chica se encontraba dormida, por lo que lentamente entró y tomó asiento en el sofá de la habitación.
Por un largo rato observó a su amiga recordando el tiempo que compartieron en Boston. Sara lucia muy diferente a la chica llena de energía que era cuando estaban en la universidad.
Sara había sido el ancla que había hecho que Eva dejara de flotar a la deriva, era obvio que Sara y Eva venían de circunstancias diferentes, aunque Eva no debía preocuparse por el dinero, ya que su familia le daba una cierta cantidad mensual y su hermano le depositaba también, no era tan cercana a ellos.
En cambio, Sara no tenía mucho, pero cada vez que hablaba de su familia, se le iluminaban los ojos y de repente se le inundaban de lágrimas. Su situación era precaria, pero había ganado una beca para estudiar en Boston.
“La chica del pueblo salió del pueblo” era la frase que siempre le decía a Eva cada vez que la incitaba a vivir