Valentina, veintiocho años (tres meses antes de morir):
Valentina caminó como toda una gata seductora hacia Marko, rodeó la mesa de escritorio y después se recostó a este; estiró una mano hasta acariciar el cabello castaño claro y liso del hombre, lo tenía sumamente sedoso.
—¿Otra vez discutieron? —preguntó ella.
Las mejillas de Marko estaban ruborizadas y su entrecejo se fruncía.
—Sí, está más irritada de lo usual —contestó él.
—Debe ser por la fiesta, organizar una gran fiesta es sumamente difícil y más si es tan importante y elegante como la que ustedes hacen. —Las manos de Valentina acariciaban las mejillas de Marko con suavidad y era evidente que él lo estaba disfrutando, pues su ceño fruncido se había relajado.
—Yo no quiero seguir c