Capítulo 338
— No puedo creer que hicimos esto… — dijo Gael, mientras conducía por la carretera poco iluminada, sin rumbo fijo.

— Yo… yo no pude — murmuró Eloá, con los ojos vidriosos, intentando contener el llanto, pero fracasando.

Gael estacionó el coche en el arcén, apagando el motor. El silencio de la noche
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