Justo cuando Alex iba a decirme algo, la puerta de la habitación se abre de par en par, dejando ver a mi hermana con una expresión preocupada en el rostro. Corre hacia mí y me abraza entre sollozos, asegurándome que todo está bien y que no volverá a suceder. Agradezco que esté aquí, necesitaba el consuelo de alguien cercano después de todo lo que ha pasado.
Alex, por respeto y para darme mi espacio, se retira de la habitación, dejándonos a solas. Mi hermana se sienta a mi lado, y su mirada comprensiva me hace sentir más vulnerable que nunca.
—No recuerdo nada, solo que después de salir de la empresa, fui a dejar el dinero prestado en la cafetería y luego… todo se oscureció —le confieso, con la voz temblorosa.
Ella asiente, secando mis lágrimas con ternura.
—Tranquila, Amelia, ya pasó, todo va a estar bien, te lo prometo.
Sus palabras no pueden borrar el sentimiento de angustia y confusión que tengo. ¿Cómo llegué a la casa de Alex? ¿Qué sucedió después de salir de la cafetería? ¿Por qu