Era un día lluvioso. Ella solo quería acabar con el tacto tortuoso de Bryce, un cotizado millonario que se casó con ella, y que no estaba dispuesto a dejarla ir sin antes pagar por la traición que le hizo, haciendo que se rindiera ante el monstruo que era, y que la hacía suya una y otra vez. —No quiero volver a verte. —Fue culpa de ella... —Es una lástima, tienes que pagar un alto precio por ello. Dos años después, América regresó siendo una importante empresaria, pero encontrarse con quien seguía siendo su esposo, suponía una sola cosa; problemas y un divorcio que Bryce no estaba dispuesto a darle, cuando se da cuenta de que la niña de ojos verdes que ella carga en brazos, es suya.
Leer másBRYCEHace años creí haber encontrado a la mujer de mi vida, Alene, estaba equivocado, porque ahora, teniendo a América desnuda a mi lado, dormida como en un sueño, me siento el hombre más afortunado del mundo. Han pasado dos años y siento que no la merezco, cada día que transcurre hace que mi amor por ella incremente, me levanto, está agotada, hace un mes me dio el mejor regalo, dio a luz a dos hijos míos. Porque sí, luego de que perdiéramos a nuestro bebé, no dejamos de intentar y es como quedó embarazada de gemelos, un varón y una niña, sacaron su color de cabello, pero ambos mantienen mis ojos verdes, al igual que los de su hermana mayor; Madeline, mi pequeña de cuatro años. No sé qué mierda hice para merecer a esta familia, pero la cuido día con día. Me incorporo, me doy una ducha de agua caliente y al salir, me encuentro con un par de pequeños brazos que se aferran a mis piernas. —¡Papi! Madeline ríe con la boca llena de chocolate. —¿Qué ha sucedido aquí? —la cargo. —Enc
AMÉRICAMiro a Bryce hablando con el doctor, luego de todo el revuelo con Vanesa, llegó la policía y la llevaron al hospital, no murió, pero si quedó gravemente herida, él dice que su familia piensa internarla en un centro psiquiátrico para ayudarla, es lo mejor, eso creo, y ahora, luego de dos días de todo el revuelo con la prensa, estamos en casa. Mandó llamar a su doctor de cabecera para que me revisara y verificar que todo esté bien. Lo estoy, pero es como si no escuchara razones. Miro a Bryce y siento que no lo merezco, es decir, todo lo que inició fue por la sed de venganza de mi padre y hermana, él iba a ser mi cuñado y terminó siendo mi marido, el padre de mi hijo. Quien en estos momentos frunce el ceño con algo que le dice el doctor. Luego lo despide y cierra la puerta. —¿Todo bien? —inquiero con cautela. —Tienes un poco de anemia, al parecer mi trabajo es que comas mucho, estás demasiado delgada —anuncia con disgusto. Un silencio incómodo se aloja entre los dos. —Cre
AMÉRICABusco algún indicio de que sea una habitación como la de la pareja que quiere ser vista, pero no, esta solo tiene un sofá, las paredes están cerradas, no hay manera de que escape de esto. —Si lo que buscas son cámaras, no las vas a encontrar —me dice Bryce, quitándose la ropa. —¿Qué haces? —inquiero con cautela. —Lo que debí haber hecho desde que llegaste a la conclusión de que haciendo que Alarik te besara y te tocara, ibas a lograr que te diera el divorcio —espeta con firmeza. —Ya no podemos estar juntos —declaro—. ¿Acaso no lo ves? Soy la hermana de la mujer que te iba a destruir, te he engañado todo este tiempo, te oculté una hija, perdí a tu bebé, estamos casados solo por contrato, uno que no debió ser. Trato de que entre en razón, pero al parecer no lo logro. Se queda desnudo, solo con los bóxer, retrocedo, sin embargo, él me jala con fuerza haciendo que mis pechos se aplasten contra su duro tórax. —¿A dónde vas? —baja sus manos hasta mi trasero y lo apretuja. —B
BRYCEAmérica cree que puede jugar conmigo a su antojo. Bien, le voy a demostrar que no puede, que soy mejor jugador que ella, por lo que decido ignorarla y concentrarme en la rubia que me mira como si fuese lo único que está en su mundo. No me agrada, ella se lame los labios al tiempo que ancla sus ojos sobre los míos, luego, ligeramente viajan hasta mi polla, la cual no puede estar más muerta, ya que el único coño que deseo probar es el de la malcriada que me ignora y que no para de reír a propósito, con Alarik. —Bien, comencemos —anuncia uno de mis socios. Veamos hasta qué punto es capaz de llegar América, con tal de matar esto que siento por ella. No va a lograr que le dé el maldito divorcio, eso ya debe saberlo más que de sobra. —Como saben —habla Ricardo, un socio y amigo—. Este juego es exclusivo, todos los que estamos aquí, es porque lo queremos, a nadie se le obliga, se ha hecho ya el intercambio de parejas y por ende, solo nos queda disfrutar, no hay límite, a menos de
AMÉRICAHan pasado tres semanas desde que perdí a mi bebé, por mi error, por Bryce, por Vanesa, y en todo este tiempo he descubierto dos cosas, soy buena haciendo que él se enfade, y que puedo llevarlo hasta el límite. En estos días he sido distante solo con él, lo ignoro la mayor parte del tiempo, hablamos solo cuando lo creo necesario y siempre que el tema se trate de Madeline, quien le ha tomado un cariño sorprendente. No es que esté celosa, después de todo es su padre, pero hay veces en las que por las noches me mantiene despierta el miedo de perderla para siempre, y que cuando crezca me haga a un lado para estar con su padre. Debby dice que son miedos normales, que ella me ama y que soy su mamá. Pero esa espina de confusión, sigue ahí, en alguna parte de mi pecho, lista para atormentarme una noche más. Me pongo de pie, me levanto con el corazón latiendo fuertemente. Me pongo de pie y salgo de la habitación para ir a la cocina por un vaso de agua, Vanesa no se ha aparecido y
BRYCEA lo largo de mi vida me he enfrentado a varios obstáculos, pero ninguno se compara con la batalla interna a la que me estoy enfrentando, amo a América, ella es mi vida, ni muerto pienso dejarla, eso es un hecho, pero al mismo tiempo quiero asesinarla. La pérdida de nuestro hijo me tambalea, era mío, pero todo esto es culpa de Vanesa, si ella no hubiera mentido y enfrentado a mi jodida esposa para ocasionar una ruptura, América no hubiera reaccionado de ese modo tan imprudente. Y ahora, verla como si la luz se le hubiera muerto en los ojos, hace que las entrañas se me revuelvan, sus ojos no tardan en llenarse de lágrimas cuando le digo que ha perdido a nuestro hijo, comienza a sollozar con fuerza. —¡Dios, es mi culpa, mi culpa! —chilla con fuerza. —No lo es —intento acercarme a ella, no obstante, me detengo en el último momento—. Fue un accidente. Ella levanta la mirada llena de rabia. —¿Eso te repites para no odiarme más de lo que ya debes hacer? —inquiere en medio de un
Último capítulo