10. Enseñarle modales a una concubina
Pov Keira
Las puertas se abrieron y… no estaba segura; aun así, me asomé, sacando un poco la cabeza de mi escondite para conocer al dueño de ese olor, y pronto lo vi.
Cabello negro y ojos grises con un tono azul, alto, fornido, bastante guapo, de hecho. Sus fuertes brazos se ven a través de la tela mientras camina con total seguridad hacia el frente.
Alba estaba más que tonta mirando a su perfecto compañero hasta que vio cómo él toma de la cintura a la mujer que va a su lado.
Ahora miraba solo su espalda y la de todos los que vinieron con él. No estaba segura de cómo funcionaba esto del vínculo, pero… si no puede olernos, ¿al menos puede sentirnos?
«Él tiene una compañera, Keira, ya él tiene a alguien más. Yo… no quiero esto», se alejó al fondo de mi mente, quedándose allí aullando de dolor.
Yo, por otro lado, no podía quedarme pegada en el mismo lugar.
—Sirvan el vino, por favor.
Tomé la jarra con fuerza, tratando de calmarme; tenía que hacer esto.
Me acerqué a las copas que