Anthony avanzó con determinación hacia la salida de la empresa, su rostro expresando una mezcla de urgencia y frustración. Nadie se atrevería a interponerse en su camino.
El archivo cerrado y clasificado que tenía entre manos parecía una broma de mal gusto. ¿Qué más podía esperar de ellos? La burocracia y los secretos eran un obstáculo constante en su vida. Algunos los plantó su familia, pero el resto que descubrían le causaba jaquecas constantes.
—Llévame a casa —ordenó al chófer, quien aceleró el vehículo. En momentos como este, cualquier error podría ser fatal.
El consejero del clan lo acompañaba, ocupado en contactar a Leonardo y Aarón. Debían estar al tanto de todo. Sin embargo, la espera se prolongó debido a unos inesperados acompañantes que su padre había traído consigo.
Tres alemanes entraron por la puerta, junto a Leonardo y Aarón. Sus rostros serios indicaban que habían estado en reuniones importantes.
—Este territorio no me compete, pero tengo motivos muy buenos para, por