Julián
Nos entregaron las cenizas en la mañana. Pero los sucesos en Colombia y Estados Unidos arruinaron nuestro sábado. Esa es la verdadera razón por la que adelantamos el vuelo, por eso no alcanzamos a ir al lugar donde Adara deseaba esparcir las cenizas, en cambio, nos tocó llevárnosla con nosotros. Una vez se enteró del incendio, corrió al baño a vomitar. No la ha pasado bien, eso era más presión a su deseo de quedar en cinta.
Sin duda, por ahora no tendremos tranquilidad. Nos encerramos en el apartamento donde vivió días muy dolorosos de su vida. El mismo a donde llegué y marqué un antes y un después en nuestra relación. Donde nos llenamos de intolerancia y la ilusión de nuestra vida unida, se fue al caño tiempo atrás. Las maletas esperaban arregladas a un lado de la puerta; en unas horas debemos partir al aeropuerto.
—¿Ya estás mejor, Rubia?
Nos encontrábamos en la habitación de Juliancito. Todo era azul, con un dibujo precioso, su cuna a un lado…
—No. —Le acaricié la espalda, l