Adara
Lo escuchaba y no lo podía creer; otra vez esa arpía regresaba. En esta semana no me había sentido bien, he de suponer que debía ser por ir a buscar los restos de mi hijo. Me encontraba muy melancólica. ¿Ahora llegaba esa mujer a joder? Mi padre nos miró. Sonó el teléfono. Marleny anunció por el altavoz la llegada de Fernanda y Angélica. Habíamos quedado en una reunión de diseño de interiores para la entrega del hotel de Panamá.
—Tarde o temprano lo sabrán. —comentó papá—. A Chuky es mejor mantenerla al tanto, no quiero zapatazos a estas alturas de mi vida. Pero no mencionen nada de la vigilancia interna a la familia, es mejor hacer referencia solo por lo de ahora, por el tema en concreto de Xiomara. Angélica no debe enterarse de lo otro. —Afirmamos.
—Qué sigan, Marleny.
Respondió mi marido. A los segundos ingresaron. Angélica estaba a un año y medio de terminar su carrera como arquitecta. Sin duda sacó todo de su madre, era preciosa, más que Nadina. Ellas eran las más bonitas